Asi soy yo

MADRID
Madrileña de 34 años,apasionada por mi familia,con una hija de 4 años.Me encantan todo lo relacionado con la informatica,internet,las nuevas tecnologia....

3/16/2011

EL MILAGRO DE LA VIDA

Hay dos momentos cruciales en la vida de un ser humano, nacer y morir. Entre estos dos extremos, uno puede hacer muchas cosas, pero solo una de similar relevancia simbólica: generar una vida.
En el mismo instante que lo sabemos, que los análisis (caseros y clínicos) lo confirman, el miedo se suspende. Sabemos que no podemos paralizarnos ante la perplejidad de constatar que, la maquinaria de vida ha comenzado a funcionar.
A partir de allí todo parece fluir según los designios de la naturaleza. Comienza a armarse un sentido, un propósito nuevo. Nada se precipita ni se demora. En su tiempo justo vamos aprehendiendo este nuevo sentido, como si cada etapa nos preparase para la siguiente. En efecto, no hay parto sin embarazo.
Entonces ocurre, llega nuestro hija,Está ahí y pasamos a ser tres. La veo y me ve, es un momento especular. Me encuentro en ese espejo, me sumerjo en las profundidades de unos ojos que apenas pueden discernir luces y sombras y me llega su existencia. En ese instante el reloj comienza a funcionar de nuevo, el ritmo lo marca el significado de “crecer” y se refleja acelerado en una evolución constante de la nueva vida.Me doy cuenta de que es una carrera que no puedo ganar. Tomo conciencia de mi finitud pero no me entristece, porque es un devenir vital. La posibilidad de un fin es, en el mismo razonamiento, la realidad de un comienzo. Y ese movimiento, repetido, se proyecta hacia el infinito. Nuestros padres viven en nosotros y nosotros viviremos en nuestros hijos.
He descubierto con sorpresa que en todo esto hay una metafísica, una fuerza extraña emana impulsada por este nuevo sentido. Esa fuerza nos permite hacer lo que jamás hubiéramos imaginado poder hacer: vivir con insomnio permanente, consolar lo inconsolable, analizar escatologías, asombrarnos del más pequeño detalle, desarrollar destrezas increíbles, desplegar una paciencia inusitada, soportar los peores temores, confiar en nuestras intuiciones. Nos sentimos confortados con su salud, angustiados por su malestar y extasiados con su simple sonrisa.
  Una suerte de magia que proviene de la entrega absoluta hacia una nueva vida, nuestro hijo. En pocas palabras, acabamos de descubrir una de las formas de manifestación del amor.

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